Etapas de mi feminización

1. Fantasía

En esta etapa, fantaseaba con ser pasivo y con situaciones que tenían que ver con el sexo entre hombres, siendo pasivo. Para alimentar mis fantasías, entraba a Internet y miraba páginas con fotos donde había penetraciones. Mirándolas sentía unas ganas enormes de estar en el lugar del penetrado.

2. Concreción igualitaria

Cuando tuve mi primera relación homosexual (ya de adulto, con quien sería mi pareja por varios años), concreté muy poco de mis fantasías. Sobre todo porque el dolor no me dejó gozar plenamente. Pero además, yo también penetré, porque no podía "ser menos". Pensaba que así, los dos estaríamos en la misma situación y no sería "menos hombre", y de esa forma mi compañero no pensaría "mal" de mí.

Ahí descubrí que siendo activo no había gozado nada, y como pasivo tampoco ya que estaba muy dolorido. Una situación que no entendía bien, ya que todo aquello que había fantaseado por años, finalmente no se había concretado. Es por eso que a esta etapa la denomino concreción igualitaria, porque comencé a ser pasivo, siendo a su vez activo, para "no sentirme mal".

Luego que las relaciones sexuales con mi pareja se hicieron frecuentes, empecé poco a poco a gozar como pasivo y cada vez menos como activo, tanto que sentía rechazo a hacerlo. Fue así, que llegó un día en que no pude penetrar más, y le dije a mi compañero que no podía mantener más esa "mentira". Le expliqué la situación y le expresé que no deseaba penetrarlo más, porque no me excitaba, y definitivamente no respondía a mi forma de ser. Por suerte lo comprendió. Él tampoco quería ser penetrado, y me dijo sólo lo hacía por complacerme, de manera que fue una situación que se resolvió increíblemente bien.

Así terminó esta etapa ya que comencé a ser sólo pasivo. Por lo tanto, creí que todo había terminado, y que era un tema resuelto. Pero no sabía que esto recién empezaba.

3. Aceptación como hembra y comienzo de mi feminización

Si bien siempre me sentí pasivo, descubrir que también soy una hembra y aceptarlo fue duro. Y también lo fue, empezar a funcionar como tal dentro de la relación. Hubo un momento clave, que marcó un antes y un después en mi aceptación, que fue el día que mi pareja me dijo una serie de verdades, que me hicieron caer en la cuenta, lo serio de mi situación. Puedo resumir lo que me dijo así: "A partir de ahora vas a ser una hembra para mí. Te he marcado físicamente como mío para siempre, y por más que quieras borrarlo no lo vas a poder hacer. He adaptado tu cuerpo al mío, para penetrar en él. Tu cuerpo lleva las medidas de mi pene, y eso no se borra. Esa marca física, es la marca de mi posesión. " Y siguió hablandome de lo que yo representaba para él. Cuando me dí cuenta que efectivamente mi cuerpo había sido modificado por él, me desconsolé y lloré. Y durante varios días, recordaba esas palabras y se me caían las lágrimas. En realidad, estaba llorando la desaparición del macho que siempre había sido, y que en adelante no volvería a ser más. A partir de ese momento, transformo esa situación dolorosa en algo positivo, y decido comenzar a vivir mi nueva realidad. A entregarme, a ubicarme junto a mi hombre ya no como macho, a expresar sin miedo lo que siempre llevé dentro, y a ocupar un lugar muy diferente al que ocupaba hasta ese momento junto a él. Me costó mucho, pero fue una lucha por aprender a ser yo mismo.

4. Castración (en sentido simbólico)

Le llamo etapa de castración (en sentido simbólico), a aquella que inicio, cuando renuncio definitivamente a gozar como macho. O sea que mis genitales, dejan de cumplir el papel primario en mi goce sexual, y pasan a un segundo plano. Y entra a cumplir un papel primario y primordial el goce interior. El centro de mi goce sexual pasa a estar dentro de mí, y no fuera como en el caso del macho. De esa forma, comencé a sentir la necesidad de estar penetrado para sentir un orgasmo, y a disociarlo de la eyaculación. Tan es así, que actualmente puedo tener varios orgasmos con una penetración profunda, y no eyacular. La eyaculación se transformó en un elemento secundario de mi placer, que se puede dar, pero que no es esencial que ocurra para serntirme pleno. Generalmente, se da espontáneamente sin que mi pareja o yo intervengamos para que ocurra. Creo que la castración se empieza a sentir, a medida que el ano se va transformando en un órgano genital, a través del cual se logra gozo pleno con un hombre.

5. Estabilidad y profundización

La estabilidad la encuentro, cuando muerto mi "macho interior", puedo expresar con mi cuerpo lo que llevo dentro de mí. La logré cuando pude entrar en una relación con un hombre, y no verme como macho, sino considerar que quien está conmigo es el macho. Expresarme tal como soy, y vivir plenamente la relación, es lo que marca mi estabilidad. Que hay que entender que es una estabilidad dinámica, y por lo tanto requiere de una profundización constante.

Por último, hay que tener en cuenta que el proceso de feminización sólo lo puede llevar adelante un hombre activo, que entienda del tema y tenga las cosas claras. Y lo hará, siempre que haya un pasivo que se deje feminizar, y entienda lo que quiere. Ambos tienen que comprenderse, y disfrutar del proceso. Aunque debo aclarar, que hay etapas que no son nada fáciles para el pasivo, y en las cuales el activo tiene que imponerse. La feminización es un proceso al que un pasivo puede llegar, sólo si se plantea un crecimiento de la hembra que ha descubierto dentro de sí. Es un proceso personal (aunque no invididual), libre, y que tiene sentido si se desea profundizar en lo que uno mismo es.

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Si tenés interés en profundizar sobre el tema: feminización pasiva, o feminizador activo: bibiaqui@yahoo.es