27.7.07

EXPERIENCIAS Y CONCLUSIONES PROVISORIAS

Debo reconocer que soy obsesivamente minucioso registrando mis encuentros sexuales con hombres. Quizás se deba a que empecé muy tarde, luego de décadas de alimentar el deseo de convertirme en hembra por cierto lapso, de disponer de un tiempo desinhibido en el que aceptaría gozosamente la penetración de un pene real, dejando al fin los rústicos y fríos consoladores que me acompañaron durante tantos años. Hoy cuento hasta con detalles estadísticos y aunque esto parezca ser producto de una mente enfermiza, espero que se entienda que todos los datos que acumulo me sirven para recordar cada momento vivido, a cada hombre, reavivar o apagar deseos por cada uno de ellos y saber cuánto de hembra he tenido oportunidad de ser.Mi primera experiencia tuvo lugar el 24 de abril de 2003, por la mañana, en un departamento vacío y sobre un estrecho colchón de camping. Me moría de miedo, pero también de deseo. Nos conocimos a través de un chat, antes que llegara a Buenos Aires, ya que viajaba mucho por motivos de trabajo. Debo destacar que fue muy cuidadoso. Sabía que era mi primer encuentro y tuvo en cuenta mis aprehensiones, pero también supo desatarme, liberarme de temores y dejarme ser su hembra. Me gozó y fue maravilloso. A la vez, de un modo premonitorio, me anunció que nunca me olvidaría de él porque había sido el primero. Tenía razón. Aunque tuve experiencias posteriores, muchas de ellas más continuadas e intensas, nunca podré olvidar a Alejandro porque fue el primero.Desde aquel día hasta hoy – julio de 2006 – tuve relaciones con 21 hombres diferentes, 51 encuentros de sexo, provoqué 74 orgasmos y el semen recibido en distintas partes de mi cuerpo suma 2,59 litros. Estos datos por sí solos no dicen nada. Las experiencias fueron diferentes, por lo que establecí un ranking de 1 a 5 estrellas, como lo que suele utilizarse en hotelería. Ninguno alcanzó, hasta ahora, el máximo puntaje. Lo reservo para aquel que me de la sorpresa máxima, pero sí hay 4 de 4 estrellas. ¿Qué tienen en común? ¿Bajo qué criterio los categoricé tan alto? Por cómo gozaron conmigo, con mi cuerpo, en cada encuentro. Las situaciones son diferentes. Uno de mis 4 estrellas sólo fue compañero de una sola noche. Con otro sólo tuve dos encuentros, pero me dejó cinco orgasmos. El tercero a mencionar es César, con quien tuve mayor continuidad. Le gustaba hacerme el amor a rabiar y probamos todo lo conocido, aunque nunca con violencia. Por último, quien ha decidido ser mi amante actual, es una adorable persona que siempre me pide más, siempre quiere hacerme el amor, es insaciable, lo cual me llena de felicidad y trato de responder al mismo nivel.No puedo decir que alguna de mis otras experiencias fueron desagradables. Ninguna lo fue, realmente, pero hay grados de placer que si me pusiera a detallarlos en sus diferencias se haría demasiado extenso para relatarlos. Quizás en otra oportunidad.

Es por todo esto que coincido con Marcelo, cuando describe: Ese permitir y desear tener un hombre dentro de nosotros, nos acerca más al goce de la hembra que al goce del macho. Y digo al goce de la hembra, porque ellas permiten que el macho entre dentro de su cuerpo y las haga gozar”. Esto es exactamente lo que me sucede. Esa es mi condición de hombre/hembra, circunstancial, temporaria, pero real y sumamente gozosa, porque el grado de placer del macho que me posee es directamente proporcional al que yo mismo puedo alcanzar. Para estas conclusiones, entre otras cosas, me sirven mis escrupulosos datos de encuentros sexuales.

Un abrazo a todos lo lectores

Alberto

No hay comentarios: