4.7.09

La feminización: otra forma de ser varón.

Mucho he escrito sobre la feminización del pasivo total, y con seguridad lo seguiré haciendo, por la importancia que le doy al tema. En este artículo, pertendo hacer una síntesis de lo que podido elaborar sobre el tema hasta el momento. Y en el título, expreso esa síntesis.

Querer vivir la experiencia de la feminización, es un hecho que parte de nuestro interior profundo. Esta comienza a sentirse como una necesidad insatisfecha, o como un deseo de vivir ciertas experiencias desde un ángulo distinto. Pero también, como la necesidad de sentir que otro hombre, nos mire de una forma diferente. La mayoría de las veces, necesitamos ambas: vivir y que nos hagan vivir de forma diferente.
Por eso, feminizar no es hacer la copia de una mujer. No es copiar su forma de vestir, de caminar, o de comportarse. La copia de lo externo, no feminiza sino que disfraza. En consecuencia feminizar, no es disfrazarse de mujer para imitarla.
Feminización es, ante todo, un proceso interior, psicológico, de introspección, a través del cual descubro que existen en mí necesidades, impulsos y deseos, que no se originan en mi ser varón. Supone descubrir que existe un rico mundo interior, que ha estado dormido, y que de pronto irrumpe en mi conciencia, y me crea ciertas urgencias de expresión.

A ese tomar conciencia de que existe algo más que un varón dentro de mí, es a lo que llamo proceso de feminización. Que no desplaza al varón que soy, sino que agrega a él, la riqueza de sentir de otra forma. El descubrir que hay un componente femenino en mí, me exige reestructurar mi mundo interior, y a su vez, buscar alternativas que me permitan expresar ese mundo reestructurado. De ahí, la necesidad de que otro hombre, me ayude a expresarlo, me sienta como su complementario y disfrute haciéndolo.

Normalmente uso los términos “macho” y “hembra”, para expresar que esa androginia psicológica, proviene de lo biológico en sentido muy amplio. O sea, que no se debe al medio social, o a experiencias vividas durante la niñez, o al entorno familiar. De los casos que he estudiado, y del mío propio, surge claramente que entre los 9 y los 10 años, ya se manifiesta claramente.

Se manifiesta tanto en personas que provienen de familias constituídas en forma tradicional, como de las que no provienen; que viven tanto en América Latina, Europa o Asia. No hay un solo elemento que provenga de lo social o familiar que sea común, y que se pueda interpretar como causa de esta forma de sentir. Por comodidad, pensamos que lo que le pasa a la mayoría es norma. Sin embargo, la única norma que he podido comprobar en este mundo, es la diversidad.

Pero también uso esos términos, porque ser una “hembra-varón”, NO es una elección, ni una desviación. Sino la expresión más genuina de la diversidad natural. Un hombre se descubre hembra (su parte femenina), pero no elige ser hembra.

Por eso, la feminización, es el proceso, por el cual culturalizo mi parte hembra. O sea, busco elementos culturales, para expresarla. Elementos que normalmente descubro, en el mundo femenino, pero no necesariamente. Ambos procesos, descubrir y expresar, generalmente se dan juntos e interactúan. De todas formas, debo hacer una aclaración muy importante, y es que muchos hombres descubren su parte hembra, y por diversos motivos no la expresan. Y otros, no la reconocen por la incidencia que tiene el peso de lo social.

De manera que el varón feminizado, es aquel que ha sintetizado en sí mismo “hombre y hembra”. Y no aquel que ha copiado la forma externa de una mujer. El que copia, será un hombre disfrazado de mujer, pero no un hombre feminizado, en el entendido de que una mujer no se define por las prendas. El hombre feminizado es el que ha encontrado de forma creativa un estilo femenino de ser varón, renunciando definitivamente a ser macho. No renuncia a ser varón, sino que incluye lo femenino, y descarta lo que proviene del macho. Las vías de expresión de esa realidad interior son ilimitadas, y cada persona le da distinto alcance. Que puede incluir vestimenta femenina, pero como un elemento secundario, que no hace a la esencia de lo que estoy planteando.

En este contexto, macho lo defino como aquel hombre que no tiene un componente femenino en su forma de ser. Pero que necesita del componente femenino de otro hombre, para realizarse en plenitud. Siente además la necesidad de ser quien desarrolle ese aspecto femenino, le de forma, y sea el artífice del mismo. No busca un igual en el otro hombre, sino alguien complementario. Es por eso, los pasivos totales, normalmente no buscamos cualquier hombre, sino “machos”, porque de esa forma pretendemos asegurar, el interés que ellos tienen en el desarrollo de nuestra parte femenina.

Finalmente, cabe distinguir a las personas que se sienten mujeres interiormente, y que luchan por una readecuación física, de un hombre pasivo total. Hay una diferencia abismal. En el primer caso estamos hablando de una mujer, por más que tenga cuerpo de hombre. En el segundo (pasivo total) de un varón, que no siente la necesidad de una adecuación física.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fantásticamente explicado, yo pienso y me pasa lo mismo. Un abrazo y un placer que hay quien piensa igual

Anónimo dijo...

hola que tal muy interesante me agrada mucho este blog yo me considero pasivo en un 99,99% ya que en mis relaciones siempre soy el penetrado nunca me ha gustado penetrar a nadie y me encanta el ser penetrado mas cuando tengo sexo siempre me masturbo no se como se tomaria esto mi correo es rechupetero@yahoo.com, un abrazo angel desde caracas

Anónimo dijo...

gracias por l ainformacion,desde mi perspectiva hombres y mujeres nacemos con las mismas capacidaddes emocionales es como el siguiente cliche los hombres no lloran, sin embargo llorar no es de hombres ni de mujeres solo de seres humanos, lo mismo ocurre con las emociones y mas que un hombre feminizado yo lo llamo un hombre integrado, me hace ruido el hecho que la nesecidad de contactar con nuestro interior se convierta tambien en una lucha de predominancia de roles.