27.7.07

Gozar como hembra, y no dejar de ser hombre.

He recibido algunas críticas, sobre mi forma de definir al hombre pasivo. Algunas tal vez tengan consistencia, pero otras surgen de no detenerse a leer los post que he escrito. En esta oportunidad voy a aclarar algunos puntos, pero la mayoría está disperso en los post que he escrito anteriormente.

Para empezar, defino al hombre pasivo como aquel hombre que frente a otro, renuncia a comportarse como macho, y decide gozar como hembra. Para entender esta definición, hay que ver lo que entiendo por macho y hembra. En el primer caso (macho) es un hombre, que con su falo es penetrador, y que psicológicamente vive el sexo hacia fuera. En el segundo caso (hembra), entiendo también a un hombre, por más que sea femenina la palabra. También tiene su falo, pero ha decidido no usarlo como principal forma de placer. Lo ha relegado, porque su forma principal de placer está dentro de sí, a través de la penetración del macho.

Cuando digo que el pasivo decide relegar su función de macho, para gozar de otra manera, esa palabra “decide” no hay que entenderla como que estos aspectos sexuales pasan por la voluntad y libertad de las personas. Creo, más bien, que llevamos en nuestros genes lo que somos (y por eso todo esto es natural), y después decidimos llevarlo a cabo o no. Es por eso que pasivo, entiendo que se nace, pero uno puede no llevarlo a la práctica nunca. Pero aún así, se es pasivo o activo. Tal vez con la práctica muchas veces, se descubre lo que uno es, pero descubrirlo significa que siempre estuvo ahí.

Es por eso que, lo que define específicamente a un hombre pasivo de otros, es su renuncia a gozar del sexo como un macho, y no la penetración. Sí goza como un varón, como un hombre, pero siendo penetrado o sea viviendo el sexo dentro de su cuerpo. La penetración, es consecuencia de su forma de ser; es la expresión física de lo que ese hombre siente y es, y lo expresa físicamente permitiendo ser penetrado. Pero por más que el hombre pasivo viva el sexo como hembra, no hay que relacionar esto con lo femenino. Un pasivo puede no tener ningún rasgo femenino, y no gustarle nada que lo relacione con lo femenino. Es un hombre como todos, lo único que frente a otro hombre goza como lo hace una hembra. Pero eso, no significa que sea amanerado, ni que le guste la lencería femenina, ni tiene por qué adopatar comportamientos de mujer, ni ser un hombre delicado. Puede ser muy rudo, de aspecto muy varonil, gustarle cualquier deporte, y esto no influye para nada en su forma de ser.

Pero también hay hombres pasivos afeminados y que les gusta parecerse a una mujer. Eso habla de la variedad impresionante de formas de vivir la pasividad. Pero ésta no se puede identificar ni con unas ni con otras. Sin embargo, lo que es común a todas, es que son hombres que se entregan a otros para vivir el sexo dentro de sí, penetrados y gozando como hembras. Tampoco hay que llamar a nuestra pareja “hembra”, como me hacía notar un lector. Eso depende de las personas, a algunas les gustará y a otras no. Algunos se sentirán cómodos, y a otros les resultará muy chocante. Por eso, no hay estereotipos, sino características generales que tratamos de descubrir.

Ahora ¿qué importancia le veo a todo esto, para un hombre pasivo? Para mí es de gran ayuda. Y le voy a contar mi experiencia personal. Cuando empecé a tener relaciones homosexuales, quería estar en “igualdad de condiciones” con los activos. Por eso, me penetraban y yo también. Aunque esto no me gustaba, y me daba grandes problemas, porque no me excitaba hacerlo. Pero de esa forma, pretendía quedar al mismo nivel con el hombre activo. A ambos nos pasaba lo mismo. El ser sólo pasivo, me costaba.

Pues bien, cuando descubrí que mi autoestima, mi ser hombre, mi imagen interna y externa no se modificaban por ser pasivo exclusivamente, pude llegar a gozar con total plenitud del sexo. Y en este proceso me ayudó mucho, considerar algo natural que me gustara gozaba como una hembra, y que si mi pareja me decía que era su hembra, eso no me afectaba como hombre. Entonces me abrí a gozar como mi forma de ser me lo exigía, sin temores, sin vergüenza, sin preconceptos y acepté mi forma distinta de gozar. Mi forma de gozar como una hembra, que no soy. Lo soy sólo en mi gusto por gozar como lo hacen ellas, viviendo el sexo dentro de mí. Pero en lo demás, no me parezco. Esto me permitió también, complacer a mi pareja/s en sus fantasías.

Hasta pronto, y gracias por leerme

Marcelo

2 comentarios:

Tony dijo...

Lo que comentas me parece muy aclaratorio, porque una de mis preocupaciones es que mi chico se vuelva amanerado. No me gusta, cada cual con sus gustos, pero son los míos los que tengo que tener en cuenta.

Otro tema es el llamarlo "hembra" porque todos estos conceptos son nuevos para mí. No tanto para asumir lo que por naturaleza soy, sino ese proceso que implicará relegar lo viril de mi pareja (sexualmente hablando, al menos)

Lo principal ahora es seguir leyendo las opiniones, las vivencias de otros para recoger lo que crea adecuado.

Saludos.

Mar dijo...

Y como cambiar de Hombre a hombre/hembra y luego a Hombre, cuando el pacto social es que solo hay dos tipos de humanos hombre o mujer. Creo todavía hay un camino largo de recorder para que ese abanico de gustos se abra y sea "socialmente" aceptado. Creo en este momento solo es aceptado el no movers, eres esto o aquellos, pero no cambiar tu gusto sexual radicalmente como actualmente se ve y se juzga.