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Hay hombres Machos y hay hombres hembras. Pero ten en cuenta que un hombre hembra, aún no es una mujer y puede no llegar a serlo.
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Hola a tod@s..!!!
Les envío una nueva vía de comunicación a través de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100013711111808 Ese es mi perfil. Ahí podemos chatear y mantener un contacto más fluido si así lo desean..! Comienzo el año, abriendo más caminos de comunicación..! Besitos.
Muchas veces hablamos de dominación. Por ejemplo en las expresiones: “el Macho domina a la hembra”, “el Macho debe dominar a la hembra”, “me gusta que el Macho me domine”, “no es Macho si no es dominante”. Y así, podríamos seguir páginas y páginas, citando expresiones que usamos todos los días. Lo que está más o menos claro, es que siempre que hay un Macho dominante, debe haber una hembra dominada. Dominante es quién ejerce el dominio y dominada es sobre quién se ejerce el dominio. Y ambos forman un conjunto indisoluble.
Pero, lo que no está
claro, es en qué consiste ser dominante y en que consiste ser dominada. A que
nos referimos cuando hablamos de Macho dominante y hembra dominada. En otras
palabras, de qué hablamos cuando hablamos de “dominante” y “dominada”.
Ambas expresiones se
usan hasta el hartazgo y con muy diferentes significados. Lo que deseo aclarar
desde un comienzo, es que cuando hablamos de dominante y dominada en las
relaciones Macho-hembra, no lo hacemos en el sentido que le otorga el BDSM.
¿Qué es el BDSM? “BDSM” es
un término creado en 1990 para abarcar un grupo de prácticas y fantasías
eróticas, cuyas siglas significan: Bondage; Disciplina y Dominación; Sumisión
y Sadismo; y Masoquismo. Abarca, por tanto, una serie de prácticas
y aficiones relacionadas entre sí y vinculadas a lo que se denomina
sexualidades no convencionales o alternativas.
Al hablar de
dominante (ama o amo) y dominado (esclava o esclavo), nos referimos a que la
dominación la puede ejercer una mujer sobre un hombre, un hombre sobre una
mujer o un hombre sobre un hombre o mujer sobre mujer. No existe una
correspondencia entre género y dominio o sumisión.
Existen reglas, es decir existen acuerdos, acerca cuáles van
a ser lo límites o cuáles van a ser las prácticas que se van a poder llevar a
cabo. Por lo tanto, los acuerdos son fundamentales en la medida que regulan las
prácticas. También existen límites, que generalmente se traducen en
palabras o gestos claves, que significan diversas cosas, acordadas previamente,
como por ejemplo que ya no se resiste más y debe abandonar la práctica, o que
le gusta y que el dominante debe seguir. También existen trucos, que las
parejas ponen en práctica, para que el juego resulte atractivo, interesante y
sobre todo novedoso para que no se transforme en rutina.
Hasta aquí una
caracterización muy breve, acerca de lo que llamamos BDSM, para poder
diferenciarlo de las relaciones Macho-hembra (M-h).
La primera diferencia, es que en el BDSM, la
dominación-sumisión, no está vinculada al género. Sin embargo en las relaciones
M-h, está vinculada al rol que asume previamente cada uno dentro de la pareja.
La segunda es que siempre se da entre hombres y
el dominante siempre va a ser el Macho y la dominada la hembra y nunca a la
inversa. Al ser entre hombres, Macho y hembra, expresan una identidad profunda
y estable, y que no es reversible. O sea, que una vez que se estableció la
relación, cada uno expresa su propia identidad y no un rol momentáneo a manera
de juego erótico.
Podemos definir la dominación en una relación
M-h, como una característica inherente y
natural al Macho por el cual éste manifiesta su potencia viril, como una forma
de realización personal. Las características específicas de la dominación están
vinculadas a la personalidad de cada Macho. Aunque algunas de esas
características se pueden generalizar. Esto daría para otro post.
He leído algunos comentarios y también he recibido algunos mails solicitando información sobre el tema HEMBRIZACIÓN Y FEMINIZACIÓN. Y con gusto voy a realizar algunas puntualizaciones al respecto, con la finalidad de aclarar estos dos conceptos.
En
primer lugar, establecer que tanto la hembrización como la feminización, son dos procesos distintos. Son
tan diferentes, que se puede dar el uno y no darse el otro. Pero en este
sentido: puede darse la hembrización y no la feminización, pero no a la
inversa.
En
segundo lugar, ambos procesos comienzan con un hecho imprescindible: se debe
ser pasivo total. Este aspecto debe
estar completamente asumido, aceptado y practicado para que la hembrización se
pueda realizar. A su vez, la hembrización, debe estar asumida, aceptada y
practicada para que se pueda dar la feminización.
De ahí
que la hembrización consiste en el proceso por el cual, el pasivo total, asume
todas y cada una de las características de la hembra. Dicho proceso, puede
variar en cuanto a la forma de realizarlo y al tiempo que demande según las
características de cada una de las personas. Es un proceso que está vinculado especialmente
a incidir desde los aspectos psicológicos, sobre los biológicos. Esto es, al
trabajo de convertir la sexualidad de origen en la sexualidad de la hembra.
Una vez
que se han cumplido todos los requisitos de la hembrización y los mismos duraderos
e incorporados a la conducta diaria de forma estable, se puede comenzar con el
proceso de feminización. No es conveniente mezclar ambos procesos, como pasa
muy frecuentemente, porque esto daría
como resultado una confusión permanente que no dejaría avanzar ni uno ni otro
proceso. Es muy frecuente esta confusión y se manifiesta en conductas sexuales
erráticas, que llevan finalmente a una gran dificultad para encontrar el
compañero sexual adecuado y a una desconformidad con la identidad. Por eso,
siempre es más adecuado saber qué
proceso se está desarrollando y con qué profundidad se está realizando.
Por
último, siempre es conveniente tener una guía o un guía, experimentado/a que ayude a ir
visualizando cómo se van desarrollando los procesos para hacerlos conscientes e
ir dando pasos seguros.
ATENCIÓN: MUY IMPORTANTE..!
Hola a tod@s:
A partir de hoy 23/07/2021, el mail para comunicarse y enviar fotos será: hombrespasivos@gmail.com
La dirección de mail anterior, la dejé de usar porque han variado las políticas de reenvío de Yahoo.
Por tal motivo, daré de baja esa dirección de mail.
Me iré poniendo al día con todo lo que quedó atrasado a causa de este problema. Por tal motivo pido las disculpas del caso. Si no he contestado aún, lo haré en breve. Muchas gracias por su comprensión y quedamos comunicados por la nueva dirección de mail: hombrespasivos@gmail.com
En un hombre pasivo siempre hay una tendencia (por mínima que sea) a experimentar lo que siente una hembra. Esta afirmación, con seguridad es aceptada por muchos y por muchos otros totalmente rechazada. La misma surge de la constatación empírica. Y voy a argumentar en favor de la misma, porque existen varios puntos a considerar. Pero también, aclarar en qué sentido la afirmo, para que no se vayan a producir falsas interpretaciones. Voy a comenzar por lo último.
Sentido
de la afirmación:
Aquí, la
expresión “tendencia” significa cambio (en Inglés “Trend”), o sea, una fuerza
que inclina a un cambio y que lleva a
experimentar la receptividad. Esa fuerza es propia de la hembra, que es quien
es receptiva desde el punto de vista biológico.
Algunos
argumentos:
Parecería
extraño, que un hombre deseara ser penetrado por otro hombre. También, parecería
extraño, que un hombre deseara penetrar a otro hombre. Pero lo segundo, no tan
extraño como lo primero. ¿Qué lleva a un hombre a desear ser penetrado por otro
hombre? ¿Qué mecanismos operan en su siquismo, que desatan una fuerza que gatilla
el deseo de ser penetrado por otro hombre? Son preguntan casi incontestables y
sólo podemos aventurar algunas hipótesis. Aún así, tienen la utilidad hacernos
pensar en nosotros mismos, y lograr aunque más no sea, una respuesta
individual.
En
general y sin pretender dar una explicación final al respecto, creo que todo
pasivo desea experimentar en carne propia, lo que siente una hembra. Desea
cambiar lo que biológicamente es, para verse como lo que no es biológicamente. Aquí
lo importante es que desea experimentar un “no ser lo que es”. Desea ser, un no
ser. No desea ser un hombre penetrado, sino una hembra penetrada por un hombre.
Este mecanismo no aparece sin un análisis, porque en la práctica lo único que
se puede apreciar es “un hombre penetrado”. Pero esa es la “foto” de lo que exteriormente
pasa, pero no es la razón por la cual pasa. Tampoco el placer es la razón, sino
que éste es la consecuencia de haber satisfecho la tendencia de haberse sentido
hembra. De ahí que, afirmar que uno es pasivo por placer, no explica la razón
por la cual se es pasivo. Lo que hace es dar cuenta que esa práctica sexual le
produce placer (cosa que es cierto), pero no explica la razón profunda de la
pasividad. En mi particular concepción, existe un cambio (tal vez generado por
razones exógenas y endógenas), que produce una tendencia, que impulsa a un
hombre a desear ser una hembra o a experimentar serlo. El problema consiste en que es
muy complejo admitirlo. Razón por la cual es más fácil no pensar en ello. Sin
embargo, eludir pensar tal vez no disminuya el placer, pero ciertamente no
produce plenitud.
0 (Con dudas): Este punto abarca una cantidad de situaciones de hombres que tienen en común el deseo y el gusto por ser penetrados, pero que en algún momento penetran. También abarca a versátiles más pasivos. Tienen algún grado de pasividad pero no descartan penetrar en alguna oportunidad. También abarca a hombres pasivos, pero que tienen temor de entregarse a un activo.